Pero lo más interesante y trascendental fue la fundación que el señor de Moguer hizo en dicha ermita de una capellanía (3) o memoria perpetua de una misa cantada "que se a de decir y celebrar por los beneficiados de la iglesia paroquial de esta ciudad el día primero de septiembre de< cada un año perpetuamente con sus diaconos sermón y ministriles y procesión por de fuera de la ermita con algunos cohetes y ruedas a que a de asistir toda la cleresía y la comunidad de mi padre San Francisco de esta ciudad" . Dispuso, asimismo, que los sacerdotes habrían de decir por su alma misa rezada en dicha ermita a cambio de cuatro reales de limosna cada una y el día anterior las vísperas cantadas con toda solemnidad.
La celebración de dicha fiesta y memoria por el finado se acompañaría de luminarias y cohetes, de la misma forma que abría previsto el aniversario, la parafemalia que debió rodear el evento contribuiría primero a su realce y al reconocimiento "post mortem" igual que en vida del que fuera sefí.or juridiscional y titular del mayorazgo de
Moguer, miembro reconocido y respetado de la nobleza española, poseedor de otros títulos como el de marqués de Villanueva y Barcarrota, los cuales aparecen siempre vinculados desde su institución, y segundo al fomento de la popularidad del Cristo de los Remedios entre los moguereños, motivo sin duda de manifestación de fe durante las generaciones siguientes.
Con el fin de que esta memoria se perpetuara en la ermita del Cristo, D. Alonso gravó con 100 ducado de principal una vivienda situada en la calle Nueva, justo en la esquina de la placeta de Palacio (hoy plaza del marqués), desde donde parte el pasadizo y se ubicaba la residencia de los Portocarrero, quedando "afectas e y potecadas", y cuya renta anual ascendería a 150 reales de vellón cantidad que los distintos inquilinos que la ocuparon con posterioridad se obligaron a entregar al vicario eclesiástico como patrono y administrador de dicha memoria, con los que se sufragarían los gastos de sermón cera, fuegos y luminarias, y otras limosnas que había quedado establecidas ..
Dispuso que si quedaba algún remanente de los 100 ducado se empleara en aceite para la lámpara y cera del monumento del Santo Cristo y otras necesidades propias de la ermita en satisfacción y cumplimiento de la renta y legado de los 500 ducados de principal que Francisco Portocarrero, su padre, mandó se impusiese para aceite de dicha lámpara, de acuerdo con su última voluntad.